Llegado nuevamente el tiempo de la purificación de la madre, la Iglesia, y nuestra Hermandad en particular, celebran la festividad de la Luz y de la Vida. El día en el que los ojos de María Santísima de la Candelaria brillan más que ningún otro, el día en que las lágrimas que acaricien sus mejillas, no serán de amargura o desconsuelo, sino de gozo y alegría, pues vienen colmadas del candor y la dulzura que de su corazón brota cuando Sus maternales manos besan la ternura inocente de los más pequeños. Y es que especialmente hoy, en San Nicolás, será un día de fiesta, de algarabía en torno a la Madre, de asombrada ilusión en los ojos de nuestros hermanos infantes al reflejarse en los tuyos Candelaria, de júbilo en el sentimiento de las madres que acompañan a sus hijos hasta Tus plantas, o de orgullo sin medida para las mocitas que honran tu nombre y en quien derramas Tu hermosura.

Hoy tus hijos, Candelaria, queremos regalarte nuestros corazones, y a nuestras hermanas desearles muchísimas felicidades en el día de más luminaria de nuestra Corporación.